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Libro de los muertos es todo libro vivo. Corazón de plata, de Kyra Galván

Un honor coincidir con Mariángeles Comesaña, y nuestra autora admirada, Kyra Galván

Héctor Orestes Aguilar, Director del Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia
En el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia compartimos una emocionante tertulia literaria en honor de la autora Kyra Galván, quien a todos nos fascina con su Corazón de plata. Al lado de los escritores Mariángeles Comesaña y Héctor Orestes Aguilar, frente al nutrido y caluroso público que acudió a la cita, recorrimos los caminos de una fascinante literatura. Aquí, las palabras que con una enorme admiración dedico a la novela de Kyra Galván.


Corazón de plata

Libro de los muertos es todo libro vivo

Por María García Esperón

Dicen algunas filosofías de nuestro comenzado siglo XXI que la realidad nos tiene entre sus manos y que nos acecha para, a través de nosotros, hacerse consciente. Algunos convierten esa acechanza en literatura y en virtud de las combinaciones de las letras y de las magias parciales que van surgiendo en el todo, se dibuja esa evanescencia velada que llamamos verdad. La inminencia de la revelación, que dijo Borges sobre la experiencia estética. Un no sé qué que queda balbuciendo sobre nuestras cabezas asombradas, una presencia numinosa que revolotea. Una espiritualidad victoriosa de materia. Un conocimiento por connaturalidad afectiva, un ¿esoterismo? Esóteros: yo hago entrar, yo te conduzco al corazón de la verdad por entre el río de las apariencias porque mira: somos y no somos y aunque no podamos bajar dos veces a las aguas del mismo río, aunque seamos cambio, devenir, multiplicidad y engaño ahí está, lo distingo, el corazón de plata del sentido.
El poeta de poetas era ciego. Es ciego. Los dioses, que dan y quitan, lo privaron de la vista pero le dieron el don del dulce canto. Y desde esa oscuridad distingue el corazón de plata de la voluntad del dios, del destino, de la realidad. Desde esa oscuridad dirige el regreso, el retorno, el nostos, palabra griega y universal, palabra misteriosa que duele en la nostalgia y que al analizarla nos entrega de golpe y avasalladoras la complejidad y la sencillez de treinta siglos de literatura.
Regresa. Vuelve. Retorna a tu corazón. Este corazón es de plata. El poeta ciego está mirando la voluntad del dios, del destino, de la realidad. Demócrito de Abdera se arrancó los ojos para pensar. El tiempo ha sido mi Demócrito. No te distraigas con las apariencias, con las demasiadas imágenes, ya eres ciego, ya miras con los ojos de la mente, del sentido, del Nous griego, del nostos.
El poeta ciego se desdobla, siempre lo hace. Es narrador pero también personaje. Es fuera y es dentro. Es prosa y poesía. Está vivo y está muerto. Aparece y reaparece. Es un fotógrafo ciego en 2009 que le da un curso a una escritora mexicana un año antes de morir, ¿de trascender? 
Es un giro del nombre y también un nombre del destino porque en este libro que lo nombra cruzan los afluentes del tiempo * y también sus máscaras, porque nadie es verdad más que los muertos a pesar de sus siglos*, a pesar de sus años y en este libro los muertos están vivos y se llaman Diego Rivera, Frida Khalo, William Spratling, John Kennedy, Everardo Nigenda, Vivian Garcia-Diego.
Ella, Vivian, vive. Porque se asoma al abismo desde sus primeras páginas. Lo llama “el hueco”. Oscuridad. Muerte. Origen. Y desde ahí, desde sus primeras páginas, emprende el azaroso y vital camino hacia la luz. 
Libro de los muertos es todo libro vivo. Porque señala los caminos para salvar el alma de la nada, porque lleva de la más atroz oscuridad a la luz suprema, que es la del Gnose te autón, la del conócete a ti mismo. Porque sus magias y sus trucos, su humor y su oficio, su ritmo y su descanso, su amor al cuerpo y al alimento, su mesura y su desmedida urden eso, vida.
Vida, Vivian, la realidad te tiene en sus manos y quiere hacerse consciente a través de ti. A través de ti hablan sus voces, las voces de la sombra, todo eso está en el hueco que tanto te duele porque Vivian, ese hueco se llama como tú, se llama Vida y como los dioses todo te lo da porque todo te lo quita y como el poeta ciego que también se llamó Nadie tienes que navegar, que volar desde las ruinas de Pompeya hasta el Anáhuac, que caminar por las laberínticas callejuelas de Taxco de tu origen y escuchar a través de la mirada de un ciego el propio latido de tu corazón de plata.

* Aurelio González Ovies. Vengo del Norte.

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