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La lucidez del alba desvelada, de Santiago Montobbio: Siempre principio


HACE UN AÑO QUE TE ESCRIBO.
Hace un año que te digo.
Pero tú no puedes terminar
en un libro. Tú no terminas.
Tú solo eres principio.
Santiago Montobbio


El alba le ha entregado al poeta toda su lucidez. En este quinto libro que a su obra dedica la colección El Bardo desemboca el caudaloso torrente de una conciencia que se atrevió a experimentar todo momento como poético. La lucidez del alba desvelada, de Santiago Montobbio es un único y extenso, sincero y vibrante y vivo poema de amor. La esencia del amor se le desvela a Santiago en esta alba lúcida y sostenida en que el sentimiento amoroso que ha estado presente en el casi millar de poemas de esta serie, se despliega ante nuestros ojos en toda su belleza, en toda su magnificencia y en todo su dolor.
En este libro en que el amor admite No quiero libros, poemas, versos. Nada quiero. Te quiero a ti... En este libro que no es un libro propiamente sino una extensión o un motivo en el que la conciencia amorosa se desenvuelve poderosamente hasta encontrar un punto de contemplación, bisagra entre la vida y la muerte...
En este libro que no es un libro, sino un llanto, un dolor, una esperanza o un recuerdo, el lector encuentra su propio llanto, su sentir de ausencia, su esperanzado amor desesperado y en un lugar acaso de las páginas, su propio punto de contemplación, para experimentar, como lo ha hecho el poeta, el sentimiento del momento, de cada momento; donde venimos a enterarnos que eso que latía o pulsaba detrás de cada poema de los cinco libros, ese misterio que mantuvo al poeta desvelado por varios meses a través de la cotidianidad, de su trabajo en la Universidad, de sus viajes, de su enfermedad y convalecencia, de su regreso al sol y al aire después de esa cama de hospital, eso que le hizo escribir a ritmo imparable e increíble era, sencilla y asombrosamente el amor.
Y en esos poemas del alba lúcida, el poeta contenido y escueto se abre como una fruta en gajos y emplea todas las letras para revelarle a ella, sencilla y asombrosamente que la quiere:

DECIRTE. DECIRTE QUE TE QUIERO.
Llegarte adentro. Ser música,
viento, sueño. Ser tiempo
como flor sobre tu adentro.
Ser pozo, agua. Ser cuerpo
que sea música que sea viento
que sea sueño. Dentro
de ti vivir, vivir
para ti, contigo. Ser
río y ser estío. Ser
espiga de trigo, viento
sobre él mecido. Campo
fértil sobre tu cuerpo
este amor mío, campo
por el amor surcado,
hendido. Tú eres campo
sobre el que yo he llovido.

A la lucidez de esta alba desvelada puede llegarse, como lector, en juventud, y entonces le dará sabiduría; en madurez y entonces le devolverá la inocencia, le quitará la venda de los ojos y le hará paladear la dulce amargura de amar como amar es, sin correspondencia cierta, sin final feliz, pero con ese punto de contemplación en el que la vida se aparece con esa claridad y esa verdad que, leemos en la Historia,  solo alcanzan los místicos.Santiago Montobbio pone al alcance de todos la más alta de las experiencias de conocimiento, la que se descubre, sencilla y asombrosamente como amor. Ser para el otro, para su ausencia o su desvío, su silencio, su enfermedad y su adiós. Sin final feliz. Sin final. Siempre principio.





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